Su objetivo es crear un imaginario posible en el que las quebradas y ríos que circundan nuestra ciudad dejen de ser fracturas o límites para convertirse en vínculos, en lugares de encuentro. De modo que fue posible tumbarse en alguna de las sillas reclinables dispuestas allí para ese fin, jugar una breve partida de cartas o relajarse a leer un libro en pleno corazón de la ciudad.
Naturalmente, algunos de los que pasaban por las cercanías de la plaza miraban incrédulos lo que sucedía, mientras los niños, esos seres que no saben de tabúes ni convenciones, jugaban en la arena con tobitos y palas que los realizadores de esta idea dispusieron para ellos.
POZO DE LOS DESEOSEn la Plaza Isabel la Católica –mejor conocida como Plaza la Castellana– corazón de la urbanización caraqueña del mismo nombre, las artistas alemanas Silke Bauer y Viola Thiele recrearon el pozo de los deseos. La propuesta, tan sencilla como efectiva, consiste en una composición de variados y vivos colores mediante tobos y poncheras de distinta formas y tamaños.
Todos hemos ido alguna vez a la fuente de una plaza pública a soñar lanzando una moneda al agua. Pero en este caso, la plaza seleccionada carece de fuente. Entonces surge una propuesta plástica en la que cada color representa un deseo universal; la selección de estas relaciones cromo-deseo sólo la conocen sus creadoras. De forma que en esta instalación interactiva la JUSTICIA se vistió de azul oscuro; la HERMANDAD de rojo ladrillo; el CORAJE de violeta; el AMOR de rojo; a la FELICIDAD la tiñeron de azul cielo; la LIBERTAD de verde perico, la SEGURIDAD de verde agua, la IGUALDAD de salmón y la PAZ de blanco; este último, ya sabemos, es una convención universal. Sobre la trama del pavimento de la plaza trazaron la leyenda para orientar al aspirante a lanzar su moneda en el color que representara su más caro deseo. Sólo el azar, la puntería y por qué no, la fuerza del deseo impulsaría finalmente cada moneda a hundirse en las aguas deseadas. Junto con el agua el tintineo de las monedas cayendo dentro de los tobos o afuera, sobre el pavimento, crea una armónica sinfonía de sonidos metálicos y las concéntricas ondas sobre la superficie antes quieta. Formas y colores vibrantes en el centro, alrededor la vida sigue, el tráfico sabatino fluye en torno a la plaza. Pero esta acción no es sólo arte en la calle. Esta propuesta fue exhibida en Berlín el año pasado, motivada por la necesidad de crear conciencia ante el despilfarro privado e industrial, y la crisis de abastecimiento de agua en el mundo entero.
En ambas instalaciones apreciamos poca afluencia de público, lamentablemente. Es arduo el trabajo de ganar a los caraqueños para el disfrute de sus espacios públicos.