Ya hoy es miércoles, y por el tráfico de ayer y de hoy, sabemos que han regresado a Caracas todos los que se fueron a pasar la Semana Santa sin El Ávila, sin embargo, no es tarde para dejar aquí una hermosa nota que escribió el librero "busconiano" Ricardo Ramírez. Sin duda, es una buen regalo de bienvenida. ¡Disfrútenla!
La virtud de regresar a la ciudad por tierra es superior a regresar por avión. Y si es de noche mucho más aún. En ambos casos, te guían arquetipalmente casi: alguien conduce. Pero cuando es por tierra los avatares del cansancio, del abandonarse desde eso, aumentan. Uno viene desde el sueño a la conciencia. Y si haces tu entrada un fin de semana, sin el tráfico habitual, hacia las 6 de la mañana, te encuentras con esa luz que te invita a dejarlo todo o a aceptarlo todo. Entiendes a Reverón, o tienes la ilusión de hacerlo. La luz de mi cuidad no tiene comparación con nada. Volver a Caracas no es volver a la ciudad, es volver a ese espacio que envuelve a la ciudad. Al valle. En el fondo, la visión del Dorado nos sigue empañando o clareando la mirada. No hay palabras para describir tanta belleza.
Entonces entiendes porque, de alguna manera, sigues aquí. No es porque lleves años aquí, o te criaste acá desde la niñez, o naciste, o los tuyos viven acá o aquí es donde hay trabajo. Es esa luz que envuelve el espacio desde el sueño y que hila con suavidad tu verdadera realidad (la interior) con la verdadera de la ciudad.
Entonces entiendes porque, de alguna manera, sigues aquí. No es porque lleves años aquí, o te criaste acá desde la niñez, o naciste, o los tuyos viven acá o aquí es donde hay trabajo. Es esa luz que envuelve el espacio desde el sueño y que hila con suavidad tu verdadera realidad (la interior) con la verdadera de la ciudad.
Y eso es lo que, el que no vive aquí, no entiende. Sólo ve 6 millones de almas llenas de neurosis. Yo veo a esas personas sumidas en un sueño que quieren hacer realidad cueste lo que cueste.
Una realidad de luz apagando el sueño. Así tenga que hacerse en otro lugar distinto a ese.
Soy ese espacio que, cada tanto, procura hacer eco de esa luz, salvaje, anterior a todo tiempo e indiferente a nociones ridículas de futuro. Una luz real, un presente permanente.
Ricardo Ramírez