domingo, 26 de agosto de 2012

Tristeza

Fotografía de las cercanías de la refinería petrolera de Amuay, estado Falcón

Casi siempre actualizo mi blog en domingo. Tenía varios temas para hoy: el mural de Mateo Manaure que colorea -pálidamente- un sector de la avenida Libertador; mi reciente visita al Parque Topotepuy -otro imperdible caraqueño-; la próxima edición del festival Por el medio de la calle... Pero no puedo escribir sobre arte, sobre recreación, sobre cultura urbana en una mañana como esta. Nuestras redes sociales y toda la prensa están colmadas de tristes fotografías y reseñas luctuosas por la tragedia que embarga a nuestro país y su deterioro galopante por los cuatro costados.

Las lluvias han hecho estragos. Nada nuevo. Vivimos en pleno trópico y así, como el sol nos consiente y nos entibia el alma, el cielo se vuelca con fuerza no sólo reverdeciendo todo, también desbordando ríos y quebradas, pero eso es normal, es previsible, en estas latitudes lo que es imperdonable es que el gobierno -ahíto de recursos y manirroto para regalarlos a países "amigos"- no se ocupe de nuestra infraestructura. Nuestras carreteras dan pena. Un país petrolero con miles de kilómeros de asfalto llenos de huecos; puentes que datan de 30 o 40 años, sin ningún mantenimiento. Muerte en cárceles hacinadas donde los presos tienen más armas que los cuerpos de seguridad del Estado. Cientos de personas que viven en "refugios" desde las lluvias pasadas y antepasadas siguen esperando la lotería de la misión vivienda. Misma que ha sembrado pobres edificios sin concierto urbano, sin servicios, sin cuidado en su implantación y los responsables de estas desgracias siguen echándole la culpa a los gobiernos anteriores como si ellos, que ya tienen largos 14 años en el ejercicio del poder no fueran ya el gobierno anterior.

El mural de la Libertador, la flora de Topotepuy y el festival de Cultura ciudadana más visitado del país tendrán que esperar a ver si la tristeza que me embarga no es tan densa como el humo que cubre uno de nuestros estados más hermosos y me permite, en unos días, volver a hablar de las bellezas de Caracas.

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