Paso por aquí a dejar menos palabras que hojas. A decir que el otoño, aunque presagie el frío invierno, es de una belleza con-movedora.
También me ha dejado una enseñanza: su nombre puede convertirse en verbo. Así, otoñar viene a ser soltar, pero soltar sin dolor, sin pena y abrirse hacia adentro para hacer espacio a otros amores, a otros haberes.
Que así sea.
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