Cuando ella subió a la micro estaba llena.
Por eso titubeó antes de darle al chofer el durazno que había llevado para el almuerzo.
Él lo tomó sorprendido, le agradeció con un gesto casi imperceptible y se lo llevó a la boca de inmediato.
Fueron varias semanas de horarios y rutas cambiadas. Quién sabe cuántas barricadas sorteó, cuántas lacrimógenas enrarecieron su aire, pero le puso empeño a seguir transportando gente.
Hoy de nuevo es lunes, sin embargo, el primer mordisco le supo a domingo, su día de descanso.
(Cuento escrito para el concurso Santiago en 100 palabras del año 2019).
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