Sancocho de ciudad

Esta foto ha dado de qué hablar. 

Aunque por lo cerrado de la imagen parece tomada en algún pueblito del interior, esta escena ocurrió hace pocos días en la Av. Los Próceres de San Bernardino. Una vía de cuatro canales, con grandes edificios residenciales a un lado; comercios y viviendas precarias del otro.

Sin apurar ningún juicio ésta es una prueba de la mixtura de nuestra ciudad.

Comienzo con esta afirmación porque, últimamente, a algunas personas -sobre todo a los que defienden la Misión vivienda- les ha dado por decir que esa misión "trae a Caracas nuevos aires de mezcla entre ricos y pobres". Nada más falso. Caracas es la más mixta de todas las ciudades latinoamericanas. No lo digo yo, sino muchos urbanistas y sociólogos que han recorrido nuestra América analizando diversas capitales; por eso sostienen que en ninguna otra ciudad, como en Caracas, es tan difícil hacer divisiones de clases solo trazando ejes. 

Ahí está El barrio Pajaritos incrustado en la urbanización Los Palos Grandes; Chapellín en La Florida; El Pedregal en La Castellana y El Güire en Santa Fe; por nombrar apenas algunos de los muchos ejemplos que tenemos. En San Bernardino una de las líneas divisoras es la avenida Los Próceres. Basta cruzar la calle para encontrar unos vecinos -en este caso mujeres- jugando una partida de dominó, mientras los niños se divierten en la calle y hierve el sancocho en improvisado fogón al borde de la acera. En frente, entran y salen carros lujosos desde los estacionamientos residenciales.

Bajaba por la Cota Mil cuando vi arder la olla mondonguera, la de las hallacas, la del cruzao, en plena calle. Me sorprendí. Estaba sola en el carro. No era fácil manejar y tomar la foto sin que los vecinos se sintieran agredidos. No era la idea. Pasé de nuevo con mi hija, bajé la velocidad y los saludamos. Cuando Ale los apuntaba con la cámara del celular sonaron risas desde la mesa de juego: 

- ¿La vas a poner en Feisbuc?
- ¡Claro! ¡Buen provecho!

Un click dejó constancia.