Caracas habla. Cuenta historias. Acumula anécdotas. Llora en silencio su abandono. Pero sobre todo, Caracas recuerda. Por esas razones nació Urbanimia.
Urbanimia son dos tías consentidoras. Dos ucevistas que se encontraron para unir dos saberes y un mismo corazón: CARACAS. No fueron vanos los años de Stefany y Adriana en la UUUCV. Bajo las nubes de Calder, estas estudiantes de Arte se convirtieron en licenciadas en promoción cultural y hoy, vuelcan sus conocimientos con generosidad, para difundir pequeñas historias de nuestra querida ciudad. Así, unieron dos vocablos -Urbe y nimia- para contar anécdotas y pequeñas historias de grandes personajes en esta urbe custodiada por El Ávila. Poco más de un año de trabajo y ya tienen varios recorridos que cosen esquinas; emparentan nombres con calles y afinan el ojo para descubrir detalles que la prisa y la cotidianidad cubren de indiferencia.
Stefany y Adriana son una dupla que grita nuestro mestizaje. Esa mezcla amorosa de etnias -propias e importadas- que nos hace únicos. Stefany es alta y café con leche. Sus enormes ojos son más expresivos tras la gruesa montura que los ayuda a definir contornos citadinos. Adriana está llena de pecas y de mohínes caraqueños. No confundir su tamañito con falta de temple para impedir que un traspiés saque del redil la ruta segura que se han trazado.
De los tres recorridos que ya tiene Urbanimia comencé por el bulevar de Sabana Grande. El punto de encuentro, un hito: la torre La Previsora. Nos encontramos al pie de esta "pirámide", que lleva tantos años dándonos la hora, gracias a un reloj pionero que podemos ver aun si nos encontramos a más de 1 Km.de distancia. La reja, coloreada por Cruz-Diez, nos abrió las puertas a este paseo por la columna peatonal de Caracas. Cuentos van y vienen. Es imposible mantener un línea narrativa apegada a Cronos. Así es Caracas. Palimsesto urbano donde se yuxtaponen épocas, esplendores y ruinas. ¡Qué importa!
Al inicio conocimos el por qué de su nombre: Sabana Grande. Uno de los pocos territorios de este valle que no está surcado de ríos y quebradas. Luego vinieron los usos; zona de recreo para estudiantes; bohemia de escritores; peña de políticos "cabeza caliente"; carnavales, reinas; poetas, pintores y muchos cafés. ¿Quién no recuerda aquella esquina con aroma a chocolate y nombre de hotel francés, la Savoy? Solo los menores de 30 años, pero, seguramente, sí han escuchado hablar de aquella tienda -delirio de mi niñez- donde el chocolate tomaba forma de trenes, de aviones y salía en pequeños recortes envueltos en papel blanco para darle aroma de cacao a los alrededores.
Las chicas de Urbanimia nos recordaron el protagonismo del cine en los años '40. Y cómo el RadioCity estrenaba películas mientras las asistentes lucían sus mejores galas. Anécdotas de fuentes de soda y zapaterías italianas. Nostalgias borradas por el tiempo y alegría de disfrutar -otra vez- del bulevar como espacio de los peatones, luego que durante años fuera ocupado por tarantines y buhoneros. Hay una herida, cierto, pero va sanando; aunque el espíritu que hoy transita por el bulevar no sea la bohemia.
Nos detuvimos en el Callejón de la puñalada a ver los artesanos. ¿Alguien sabe que en realidad este sitio de tascas y rastas se llama Callejón La Asunción? Curioseamos en la Pulpería del libro y celebramos que PDVSA La Estancia distinga lugares míticos con placas alusivas a sus personajes. También nos asomamos a uno de sus 16 pasajes; ese noble recurso arquitectónico que conecta el bulevar con la Av. Francisco Solano atravesando edificios. Herencia de nuestros inmigrantes italianos de la década de los '50.
Más de dos horas de recuerdos y caminata nos enseñaron muchas cosas y sembraron la semilla de la curiosidad. El cierre, al pie del edificio Toki Eder, ya en Chacaito, deja un sabor agridulce. La destrucción es producto del vandalismo y la insaciable sed inmobiliaria sobre un edificio insignia; la mejor muestra de nuestra Arquitectura neovasca pero también lo que logró el activismo ciudadano: evitar la demolición de este ícono, al menos hasta que la alcaldía de Chacao entienda que este es el mejor lugar para albergar una institución cultural.
Mientras eso ocurre entra aquí y entérate de cuándo y dónde serán los próximos recorridos de Urbanimia. No perderás nada y Caracas ganará otra tía o tío deseoso de consentirla. ¡Le hace falta!
Todo recorrido por Sabana Grande es agridulce. Más agri que dulce, eso sí.
ResponderEliminarLa restauración que llevaron a cabo hace unos años limpió el lugar de mugre-mugre y de mugre visual. Ahora puedes pararte frente a las fachadas de los edificios, observar los detalles, leer las distintas épocas y las distintas modas arquitectónicas que se han concretado en nuestro bulevar y pasar un rato agradable admirando arquitectura funcional que, en momentos y lugares muy puntuales, muestra destellos de imaginación y hasta de belleza. El horror ocurre cuando llega la hora de cerrar las tiendas. Que todas tengan las mismas grises y pesadas puertas, los mismos cerrojos enormes, los mismos candados truculentos, el mismo miedo a la autoridad que se vale de ordenanzas extrañas, hacen que el bulevar de Sabana Grande adquiera, a partir de cierta hora, la apariencia de una calle con cortinas de hierro, lo que hace, claro está, que el caminante se sienta apabullado por el recuerdo de la Guerra Fría. Andar por Sabana Grande a partir de las siete de la noche, es esperar a que surja del piso el oprobioso muro de Berlín o cualquiera de esas espantosas paredes con la que la genialidad de los políticos nos alegran nuestras vidas.
Así es mi querido Roberto Echeto. Ya había escrito sobre lo que significa para Sabana Grande, haber borrado los avisos de los locales comerciales. Muchos de ellos contaban una historia, formaban parte de nuestro imaginario visual.
ResponderEliminarAquí les dejo el link http://imagenes-urbanas.blogspot.com/2010/12/sabana-grande-renovada.html