
Pero hace pocos días
la picota del “progreso” arrasó sin anestesia con el edificio Gastizar. Digno
representante de la arquitectura neo vasca en Caracas proyectado por Miguel
Salvador Cordón, delineante y constructor, nacido en el País vasco.
No vengo a debatir
responsabilidades ni a disparar culpas porque los responsables somos todos: el alcalde y su debilidad ante la arremetida de la administración central; el IPC
(Instituto de Patrimonio Cultural) y su mora en las declaratorias
patrimoniales; los inversionistas y su ciega voracidad inmobiliaria; los
gremios –especialmente los de
arquitectos e ingenieros– por su silencio cómplice y los ciudadanos. Aunque
eximo a estos últimos; tal es la avalancha de calamidades de todo tipo: social,
económica, financiera y de inseguridad ante las que se encuentran sometidos.
Pero duele igual.
Duele ver cómo se deshace
Caracas frente a nuestros ojos atónitos. Duele haber visto el estado en el que
se encontraba el Gastizar y pensar, que en otras latitudes, habría sido objeto
de una restauración y posterior adaptación a otros usos, si es que ese era el
caso. Duele que quien proyectará sobre sus escombros –no sin antes asegurarse
que no había prohibición de demolerlo- sea un arquitecto de trayectoria y no un
firmante anónimo del que no tendremos noticias. Duele pensar que su vecino, el edificio
Donosti puede correr la misma suerte. Pero sobre todo duele constatar que
estamos tan mal, pero tan mal, que ni siquiera se pararon un momento antes de
accionar el tractor y meditaron sobre qué podía conservarse. El rótulo donde está
impreso su nombre, por ejemplo; algunos mosaicos y baldosas, la carpintería
derribada sin pudor, la herrería, los cristales…
En cualquier ciudad con un
mínimo de respeto sobre sus edificaciones estos elementos son retirados y
depositados bien en el Museo de Arquitectura ¿nosotros tenemos un museo de
arquitectura? bien en empresas que comercializan este tipo de elementos.
Pero nada. No queda nada,
como dice la canción de Yordano y a llorar a otro valle porque este ya está
harto de lágrimas.