Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

viernes, 22 de abril de 2011

EL CEMENTERIO TIENE UN BULEVAR


La fecha escogida para la inauguración del bulevar de El Cementerio fue el 19 de abril. Fecha patria, de genética civil –“el primer paso hacia la independencia”– que este gobierno se empeña en convertir en otra gesta militar. Pero si comparamos esta celebración: creación de un espacio público, espectáculos musicales, malabaristas, danzas y venta de artesanías indígenas, con la erección forzosa de aquel misil rojinegro en la Plaza del Venezolano con el que celebraron la misma fecha el año pasado, ¡salimos ganando! El caso es que convidé a varios amigos –todos amantes y estudiosos de nuestra ciudad– a visitar este nuevo espacio público que había pospuesto su estreno desde abril de 2010.No sé por dónde empezar a describir mi decepción. Quizás por lo que más me entristece cuando camino por Caracas: la basura. A dos días de la flamante inauguración del Bulevar César Rengifo las bolsas llenas de todo tipo de desechos se amontonan a cada lado de los pocos depósitos que la alcaldía de Libertador, promotor y ejecutor de esta obra pública, dispuso para ello. Mal síntoma.

Caminamos sobre el pavimento recién estrenado con poca compañía y negocios cerrados. Es jueves santo. Sobre las santamarías de lámina metálica estriada, gris, destacan… no sé cómo llamarlos, ¿cuadros? ¿escenas? alusivos a personajes, próceres, mártires ¡militares!
Miranda, Bolívar, Mariño, Sucre, El Ché… Juana La Avanzadora… Batallas, gestas, todo el imaginario militar en colores estridentes y charreteras doradas. Corceles briosos guiados por jinetes de ojos asimétricos y lanza en ristre cubren las tiendas, cerradas a cal y canto, en pleno siglo XXI. Hubo un caso en que sólo despuntó el esbozo. Unos cuantos trazos de pintura blanca presagiaban el retrato que de allí surgiría. Deduzco que quien lo esbozó domina el tema pero no los que terminan estos cuadros heroicos. El resultado se hace más burdo cuando se compara con las reproducciones del maestro Rengifo que se les avecinan. Sin embargo, cuando estén abiertas las tiendas estos dibujos quedarán escondidos tras la mercancía. No deja de ser una ironía: “el capitalismo salvaje” ocultará la gesta heroica.Del mobiliario urbano –apuntó Rafael, la altura sobrepasaba, en varios centímetros, la adecuada para el descanso según las más elementales normas de ergonomía. Las jardineras exhiben una reja verde similar a la que separa al bulevar de la avenida que lo acompaña en su trayecto de diez cuadras. Unos afiches a todo color del máximo líder –por si las dudas alguien cree que esta no es una obra del mismísimo creador del socialismo bolivariano del siglo XXI– dan el visto bueno con la señal de “firme” tensando su mano izquierda. Penden de improvisados alambres, quizás por las prisas propias que anteceden a todo acto inaugural.A lo largo del trayecto se descubren algunas fachadas cuya nobleza merece ser destacada porque ha resistido el paso del tiempo y el abuso de sus ocupantes. Mi deseo: fuera rejas, toldos metálicos y demás arrebiates urbanos que todo lo afean, pero en general esta zona, donde la mayoría de sus edificaciones no supera los tres pisos, es ideal para emprender un serio proceso de re-densificación. Viviendas arriba y comercios abajo generaría un cambio importante en un área de nuestra ciudad que ya cuenta con algunos servicios, una trama consolidada, una vialidad y un nuevo espacio público con potencial de mejorar al ser ocupado por un mayor número de vecinos.

La hora de irnos la marcó Omar, alerta ante el ruido de una moto que rondaba por segunda vez a Carlos, o mejor dicho, a su cámara que iba registrando cada una de estas imágenes urbanas.

El Cementerio, populosa barriada tradicional caraqueña, merece mucho más que este bulevar de bordes frágiles y descuido en los detalles. ¿O es que tenemos el listón muy bajo?
Fotografías: CARLOS QUINTANA

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