Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

domingo, 21 de agosto de 2011

Una Sampablera en Kalathos

El colectivo Una sampablera por Caracas y La parada poética celebraron esta mañana su quinta reunión para leerle a nuestra querida ciudad. En esta ocasión participé con el texto que les dejo abajo. Me encantaría recibir tus comentarios. La pasamos muy bien. Kalathos, ese lugar maravilloso de David y Michi- ¡se nos hace cada vez más indispensable!

Tranquila, Caracas

Tengo una hermana que vive en París. Hace tres años se fue para hacer una maestría y luego el doctorado. En ocasiones, sus estados en Facebook dicen que es duro estar fuera del país; que nos extraña o que se siente sola. Lo peor es que cada vez que dice que está triste y que vive en París le c
ae una avalancha de críticas: Laura, ¡pero estás en París! ¿Cómo puedes estar triste? Me escribió enfurecida porque no entendía esa reacción de la gente. Yo me reí y le dije: ¡Manita, decir que vives en París y que estás triste es tan poco creíble para la mayoría de la gente como decir que vives en Caracas y estás feliz!

Por ir contra esa teoría de que Caracas es un desastre; que no hay nada que hacer; que es una selva de concreto etcétera fue que abrí este blog. Por supuesto que no estoy sola en esta cruzada; Caracas tiene muchos blogs dedicados a difundir lo bueno de estar aquí; lo rico que se come y las ventanas que se van abriendo a medida que se cierran muchas puertas. Porque Caracas es terca. Le encanta llevarle la contraria a la gente.

Al tráfico insoportable le sale un saltimbanqui. Un traga fuego y unos estudiantes campaneando monedas sonrientes en pote plástico. El pulso del mercado lo llevan los buhoneros con sus clientes cautivos en acero hirviendo. Dicen que aquí se lee poco pero cada año se piratean más libros. Nuestra vida cotidiana –estática en el carro o en el autobús– pende de un helicóptero rojo que todos los días nos guía por las mismas colas en las mismas vías, a 5 Km. por hora.

Al fastidioso clisé de “selva de cemento” le sale el verde descontrolado. No me refiero a El Ávila –que se asoma dondequiera– sino a esos árboles frondosos que vencen nuestras mezquinas aceras. ¿Quién dijo que el concreto es corsé de apamates, gallitos y acacias en pleno trópico? Cualquier rendija, de nuestras desvencijadas autopistas, es suficiente para que una matica caraqueña eche flores. ¡Ni hablar de nuestra primavera! Morado, naranja, amarillo y rosado cubren el asfalto de abril a junio. Luego llega la lluvia a lavarlo todo y a traer más verde. El verde, está tan presente en nuestras retinas que no lo vemos y encima, le echamos la culpa de nuestra miopía.

De contaminada, nada. Ni de la avenida Baralt, atestada de camioneticas y motos de escape libre, se olvidan nuestros vientos alisios cuando llegan por Petare, diariamente, a despejarlo todo con una precisión y una eficiencia que ya quisieran los suizos.

Hablando de suizos pienso en nuestro chocolate. Pobrecitos. El mejor cacao del mundo producido en el aragüeño Chuao encontró en Caracas sabias manos que lo llenaron de ron, de maní, de avellanas y de fresa para endulzar a los que llegan por primera vez y a los que la dejan para siempre.

Los desorientados como yo y los que se quejan de direcciones largas se olvidan de que no hay Norte más franco que El Ávila ni Oeste más certero que Catia, donde va a dormir el sol. Pero no se te ocurra decirle a nadie que tu oficina queda en la acera sur de la Francisco de Miranda. No entenderá nada. Aquí cada dirección es un laberinto donde sumas policías acostados; cruzas garitas de vigilancia y volteas en un kiosco de periódico. No sin antes decirle al visitante de qué color es la reja de tu edificio.

El Güaire no es el Sena. Legisladores y gobernantes no han entendido que su belleza no está en el curso marrón de este-oeste sino en la gran cantidad de quebradas que lo cruzan y en él se vierten desde Catuche hasta la Tahona. Desde la Guairita hasta Agua de Maíz y sigue. Peor aún, no entienden que La Carlota no es una pista de avioncitos de guerra sino la gran oportunidad de repensar a Caracas.

pero tú tranquila Caracas. Somos muchos los que te queremos con colas y todo. Somos más los que no cambiamos tus mercaderes de tostones y autoayuda, los que no creemos que tus semáforos estén de adorno. Los que nos empeñamos en caminarte porque te sabemos generosa y paciente.



miércoles, 3 de agosto de 2011

La voz de Caracas

Rafael Osío Cabrices

El domingo formamos parte de un hecho inédito en Caracas. A las 11.30 de la mañana, en 13 lugares de nuestra ciudad, nos dimos cita un grupo de cronistas, escritores, dramaturgos, periodistas y poetas para leer textos dedicados a Caracas.
Leyendo, Estrella Gomes. Junto al micrófono, Alejandro Solé.

Los sitios elegidos para estos recitales fueron galerías de arte, plazas e iglesias. A mí me tocó convocar a un grupo de amigos en la terraza de la galería de arte Ascaso. Fue un momento muy grato donde diferentes voces expresaron sentimientos, percepciones, sensaciones. Esa fuerza que desata nuestra ciudad y que nos acompaña día a día.

Blanca Rivero

Aquí les dejo algunas fotos de nuestro recital y las gracias a PublicArte por la propuesta y organización.

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