Cuando Caracas no era un estacionamiento de carros; un amasijo de motos; ni un lugar donde los postes no dan luz ni los grifos agua, se hacía Arquitectura y se hacía Arte. Mayúsculas intencionales.
Allí permanece y -por fortuna- pasa desapercibida entre despistados caminantes y ruinas modernas. Sus millares de mosaiquitos vitrificados siguen dando forma al trío ciclópeo obra de un artista, que nació indígena y murió Honoris Causa, dejando una vasta obra plástica dedicada a lo social.
Si vas por allí disfrúta este tesoro escondido en plena luz y corre la voz solo entre quienes sepan apreciar el Arte urbano... No vaya a ser que otros se enteren y lo mancillen con grafitis.
Fotografías: ODOARDO RODRÍGUEZ