No lo hago ahora tampoco.
Nada es para siempre, ni eterno.
Así que, por tiempo indefinido, mis crónicas no tendrán esa luz ni esos colores.
Tampoco me veré obligada a responder la insistente pregunta ¿y tú, por qué no te vas?
Me fui.
Salí de vacaciones, lancé una botella al mar y su mensaje fue leído.
Por eso Santiago; no de León, sino de Chile.
De ahora en adelante mis publicaciones en este espacio llevarán, inevitablemente, la etiqueta #SinElÁvila
Pero el amor es el mismo y la nostalgia también.
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