

Muchas cosas han pasado desde entonces, entre ellas 5 presidentes movidos por una sociedad convulsa golpeada por las malas políticas económicas; conflictos fronterizos; marcadas diferencias sociales e inclemencias del tiempo.


Fue muy fácil imaginar a Bolívar recorriendo esas calles y a Manuelita esperarlo con más pasión que pudor. Me quedé con las ganas de visitar su casa, de ver algún cuadro que me trajera de vuelta su rostro, así que Manuela sigue teniendo en mi mente la imagen sepia de Beatriz Valdez, la que pintó Diego Rísquez, y el carácter avasallante y desenfadado que le imprimió Denzil Romero con su vertical sonrisa.
El drama nacional es el exilio. Han salido tantos ecuatorianos a España, a Estados Unidos y al resto de Latinoamérica que todas las familias tienen a varios de sus miembros viviendo desterrados, lejos de su ciudad natal. Mi compañera de viaje en el avión que me trajo de regreso a Caracas venía por primera vez a visitar a una de sus hijas que vive aquí desde hace más de 20 años. Carmen tiene 6 hijos de los cuales 2 viven en España, uno en Texas y la otra aquí, sólo 2 siguen en Ecuador. Es tal la situación, que hay múltiples sitios en Internet donde se publican fotos y cartas de los exiliados para mantenerlos en contacto con sus familias.
Y aquí estoy de nuevo desde hace 10 días. Levantándome a la misma hora y ensayando nuevos caminos verdes para llegar al mismo sitio pero con menos tráfico. Entre una estación de radio y otra me entero que además del acontecer político y económico de costumbre, hay varias exposiciones interesantes; algunas pelìculas europeas y venezolanas nos dan una merecida tregua ante tanto tiro y tanta bomba made in Hollywood; nuestras editoriales dan a luz varios libros cada semana –incluso a veces paren morochos y uno no sabe cual leerse primero– la nueva música venezolana se divierte rebotando sin cesar gracias a la ley resorte, pero para llevar a Alejandra a conocer de cerca esa parte de nuestra historia que escribieron Bolívar y Sucre, voy a tener que tomar la ruta aérea Caracas-Quito en vez del metro Chacaito-La Hoyada. ¡Vale la pena, aunque el pasaje salga un poquito más caro!
