Cada domingo con la llegada de El Nacional mis manos vuelan hasta las páginas de opinión donde Milagros, haciendo buen uso de la literatura, diserta sobre nuestra realidad política. A esta periodista nacida en Maracaibo que durante los últimos años ha dictado con éxito un taller de formación de cronistas, no le tiembla el pulso al poner el acento en los desmanes del gobierno y sus ejecutantes.
Pero en esta reciente novela un lenguaje cálido, pleno de inocencia y de poéticas imágenes es el que se desborda en boca de una adolescente perdida en San Fidel de Apón, un pueblo fronterizo con Colombia. Es ella quien narra sus vivencias rodeada de muchachas de servicio venidas de aquellas tierras para buscar en éstas el sustento de sus familias. Sabe de sol esta zuliana, de sábanas almidonadas y de ausencias maternas. Sabe de corrillos y despertares sexuales y se deja llevar por la música y los consejos de aquellas que, no siendo su familia, llenan sus tardes de risas y su boca de mangos maduros.
Los personajes de El abrazo del tamarindo son sencillos, puros; sin falsas poses ni ostentosos oropeles. Se mueven al son del vallenato y sudan bajo el sol inclemente. Sus vidas transcurren sin más sobresaltos que aquel de cruzar la frontera una vez al año o bailar hasta que el cuerpo aguante y el ron alcance.
Durante la conversación que mantuvieron Milagros Socorro y Salvador Fleján en Las Musas, la escritora no soltó prenda en cuanto a qué la impulso a escribir esta novela. Se limitó a decir, con un mohín de malacrianza, que la escribió hace mucho; entonces, la tertulia discurrió entre añoranzas de infancia y nostalgias del presente. ¿O acaso fue al revés?
Ana Teresa Torres apuntó en la contratapa de este libro: “…cualquier vida es un relato.” Humildemente agrego: lo es, sin duda, si se sabe narrar con pericia y riqueza en el lenguaje, y eso es algo que Milagros Socorro sabe hacer de sobra.

Lo dijo el poeta y librero Alexis Romero en Las Musas sobre la primera novela de Juan Carlos Sosa-Azpúrua: “Esta es la mejor novela que se ha escrito en Venezuela desde País portátil.” Con esta sentencia y la no menos aguda afirmación de que el escritor de marras parece más un galán que un escritor, se lanzó Romero a ensalzar la reciente obra de Sosa-Azpúrua.
Armada como un puzzle este rompecabezas literario va complicándose a medida que las vidas de sus numerosos personajes se entrelazan sin dejar cabos sueltos.
Durante la presentación Juan Carlos nos cautivó con su historia detrás de la historia: La defensa de algunas de las víctimas de la marcha que llevó a la oposición hasta el palacio de Miraflores lo condujo a la OEA y al centro Carter lugares míticos de dónde salió devastado. Exorcizar esos demonios fue lo que lo motivó a escribir esta novela que tiene mucho de nosotros los venezolanos, y de cómo se tejen a nuestras espaldas todo tipo de componendas en las que los afectados son los últimos en enterarse.
Llena de suspenso y muy bien estructurada me mantuvo el alma en vilo y, cada vez que llegaba al final de un capítulo, corría a devorarme el próximo.
Pero su ritmo exuberante, incansable, vital, no le resta en absoluto profundidad a sus aseveraciones. Juan Carlos escribió esta novela con la intensidad que un corredor se enfrentaría al maratón de Nueva York. Adrenalina pura. Sus personajes, desde los que emergen en las primeras páginas -sólo para hacer posible que aparezcan otros- hasta los verdaderos protagonistas están sólidamente construidos. Carne y hueso estremecidos de envidia, vanidad, lujuria, desconfianza, omnipotencia con pinceladas de ingenuidad, van y vienen a través de sus páginas.
Mención especial merece un capítulo dedicado a lo sucedido entre el 11 y el 13 de abril de 2002, donde cualquier parecido con la realidad es fruto de la febril imaginación del autor; más aún cuando la bruma que se ciñó sobre esos días -6 años después- sigue sin disiparse…
“El poder no tiene alma que censure ni corazón que sienta. El poder es cerebro que calcula y ambición que decide. El poder es colmillo que se clava, el poder es un vampiro insaciable.”
El verdadero protagonista de esta novela ¿y de la vida? es el poder. Aquel que lo dude, que tire la primera piedra.

CONTRESPEJISMO / Eduardo Liendo / Alfaguara
Echando mano a un lugar común diré que Eduardo Liendo no necesita presentación. Y es cierto. Este escritor nacido en Venezuela en el año 1941, activista político; escribidor de relatos de ficción y no ficción, que atesora éxito de público y de crítica, se ha hecho acreedor de numerosos premios siendo el último la creación de la biblioteca que lleva su nombre y que la editorial Alfaguara inicia con este título.
Contraespejismo es una maravillosa selección de relatos que además tienen la invaluable ventaja de haber sido corregidos, aumentados y compilados por el propio autor. El autor de El mago de la cara de vidrio –relato revelador del poder de la TV en nuestra sociedad– nos lleva a través de numerosas situaciones y personajes con deliciosa maestría. A ratos leemos y a ratos soñamos lo que leemos transitando sus páginas.
