Comenzamos allí, de cara a la estatua ecuestre de Bolívar fundida por el escultor Adán Todalini, y que, según nos cuenta Derbys, se hundió en el mar profundo cuando venía de Europa a engalanar la primera de las plazas que dispuso el “Ilustre americano” para honrar al tan honrado Padre de la Patria. Héroe de bronce que no descansa en paz.
Caminamos por lo que fuera una alameda construida en la primera de las tres presidencias de Antonio Guzmán Blanco para acceder al Panteón Nacional, erigido sobre las ruinas de la antigua Iglesia de La Santísima Trinidad en 1875. Cada vez que voy lamento la poca animación de este recorrido peatonal tantas veces rehabilitado. Añoro cafés, librerías, cyber cafés, galerías, todos esos espacios que hacen de un bulevar un espacio rico para caminar. También me apena el profundo corte en la visual del Panteón que produjo el viaducto y las fuentes –eternamente secas– que diseñara Tomás Sanabria en su proyecto de remodelación del entorno.
Al llegar, Derbys le encarga a José González, un heladero convertido en cronista del Panteón Nacional, que nos cuente sus historias. Con él entramos y nos sorprende el cambio de guardia de los cadetes que custodian los restos de El Libertador. Junto a la bandera de nuestro país encontramos una bandera cubana, hecha con flores frescas…Una ofrenda reciente del país caribeño…
Afuera los dos pebeteros que deberían estar siempre encendidos siguen apagados.
Antes nos detuvimos en dos plazas que no registraba en mi memoria. La Plaza Juan Crisóstomo Falcón y la Plaza Agustín Aveledo. Muy destacable la estatua erigida para recordar a éste último, fundador del Colegio de Ingenieros, por su excelente factura de fundición italiana llena de cuidados detalles y bajo relieves alegóricos a las actividades de este pionero de la ingeniería en Venezuela. Otro pequeño espacio público que espera mejores momentos y más seguridad para ser disfrutado por los caraqueños.
A un lado del Panteón está un museo digno de ser visitado. La rigurosidad de la museografía y lo valioso de su muestra lo merecen. El museo de la Fundación John Boulton tiene una importante colección de objetos pertenecientes a Bolívar. Sus guías son atentas y comparten con alegría sus conocimientos sobre el tema. Pueden comprarse allí, marca libros y postales a precios solidarios con nuestros bolsillos devaluados. La razón por la cual Derbys lo incluyó en la ruta Tras la huella de Guzmán es porque allí se encuentran la mano de la que fuera una estatua denominada popularmente El Manganzón y que coronó lo más alto de El Calvario. A la caída del Ilustre Americano esta estatua fue derribada por el pueblo y más tarde sustituida por una de El Libertador.
Una ligera llovizna nos acompañó al sitio que despertó desde el inicio la curiosidad de todos los asistentes a este recorrido caraqueño guiado por Derbys, el Templo Masónico.
Inaugurado en 1876 y diseñado por el arquitecto guzmancista Juan Hurtado Manrique esta edificación desconcierta no sólo por el misterio que rodea a sus ocupantes y las reuniones que allí se realizan sino porque su fachada de columnas torneadas y pintadas de dorado está llena de ornamentos cargados de una simbología incomprensible para los desconocedores de esta práctica. Águila bicéfala, alfiles con iniciales, cornisas, arcos y una herrería rica en detalles contrasta con un interior austero de patio y columnatas en azul cielo decembrino.
La logia principal está rodeada de vitrales con retratos de personajes célebres que practicaron la masonería en nuestro país. Todo el procerato militar y alguno que otro civil destacado, presididos por Francisco de Miranda, pionero de la masonería en Venezuela. Una visita interesante que generó más preguntas que respuestas, guiada por el ecónomo del templo que aunque insistió en la participación femenina, durante nuestra estancia allí sólo vimos hombres de estricto traje oscuro. En resumen, mucho de los que practicaban la masonería en el siglo XIX, nada del siglo XX. Ni del XXI.
Emprendimos el regreso con el compromiso de que Derbys nos lleve tras la huella de Guzmán al sur de la plaza Bolívar. El Teatro Municipal y las iglesias Santa Ana y Santa Teresa. ¿Qué anécdotas nos esperan?
Tras la huella de Guzmán es un recorrido creado y dirigido por FUNDHEA. Una fundación sin fines de lucro que ofrece otros recorridos: El Calvario, El casco histórico de La Guaira, la ruta de los españoles por El Ávila. Derbys LópezLas fotografías son de FUNDHEA y de Valery Ragonne.
Querida Mitchele, muy especial esta crónica. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarUn abrazo, Marsolaire
Yo hice algunos de estos recorridos y se los recomiendo.
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