
Aunque fuera miércoles y en pleno apogeo escolar, varias decenas de adolescentes y algunos niños –entre los que se encontraba mi hija, so pena de no chistar cuando la despertara al día siguiente a las 6:00 a.m.– esperaron con alegría la llegada de la media noche para ser los primeros en recibir el tan anhelado 7° y último libro del mago de los lentes redondos.
Desde muy temprano se congregaron a las puertas de la librería Tecni-ciencia del Centro Comercial San Ignacio varias decenas de adolescentes entusiasmados y, a partir de las 6:00 p.m., resolvieron trivias, palabras cruzadas y sopas de letras. No faltaron los magos Totoño y Víctor que amenizaron la espera, así como los disfraces de los personajes de la serie.
Pero arriba estaba la luna desdibujándose poco a poco, así que Ale y yo nos fuimos al Parque del Este a ver el eclipse desde el Planetario Humboldt, que tenía previstas varias actividades para celebrar ese evento natural.
La cantidad de gente congregada en el parque superó mis expectativas. Más de mil personas de todas las edades hacían largas filas para entrar al planetario y otras tantas conversaban animadamente sobre la grama que bordea esa zona del parque. Algunos aficionados a la astronomía prestaron amablemente sus telescopios para que todos pudiéramos disfrutar de “cerca” ese hermoso fenómeno natural. El planetario dispuso también una pantalla gigante desde dónde se transmitió en directo la evolución del eclipse con fines didácticos. Una agradable sensación se apoderó de mí al ver a unos cuantos caraqueños despreocupados disfrutar de noche, y con poca luz.
Al ocultarse la luna por completo rompieron los aplausos. Esa imagen brillante y luminosa que había ido desapareciendo, dio paso a una luna en sombra que en todo su esplendor de grises se acercaba tanto, que casi pudimos tocarla.
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Cuando regresamos al San Ignacio ya había empezado el brindis con “cerveza de mantequilla” –así lo sentimos aunque sólo fuera un refresco con colorante artificial amarillo–. Tras un duelo de conjuros entre Bellatrix y un niño “sangre sucia” que resultó vencedor, empezó la cuenta regresiva, una suerte de año nuevo en pleno febrero. Ya todos tenían su número impreso en la tarjeta de recuerdo y en estricto orden fueron recibiendo el trofeo: “Harry Potter y las reliquias de la muerte”.

Fotos: http://bloghogwarts.com