Cuando la fe se viste de morado no importa si se vive en una atribulada ciudad como Caracas para pagarle una promesa al Nazareno. El miércoles santo se dedica a consagrarlo a Dios y a elevarle una plegaria para pedir un favor, una gracia.
A las 11:30 de la mañana la cola de fieles para entrar a la Iglesia de Santa Teresa ocupaba varias cuadras. También se organizó una fila preferencial para los penitentes de la juventud prolongada. Una multitud organizada y custodiada por la policía y los bomberos metropolitanos, esperaba con paciencia su turno de pasar al templo a contemplar la imagen del Nazareno, que se encuentra allí desde el 27 de abril de 1880, año en que fue inaugurada por el General Antonio Guzmán Blanco, quien la construyó en honor a su esposa Ana Teresa que no dejaba de llorar la demolición del antiguo templo.
A las 11:30 de la mañana la cola de fieles para entrar a la Iglesia de Santa Teresa ocupaba varias cuadras. También se organizó una fila preferencial para los penitentes de la juventud prolongada. Una multitud organizada y custodiada por la policía y los bomberos metropolitanos, esperaba con paciencia su turno de pasar al templo a contemplar la imagen del Nazareno, que se encuentra allí desde el 27 de abril de 1880, año en que fue inaugurada por el General Antonio Guzmán Blanco, quien la construyó en honor a su esposa Ana Teresa que no dejaba de llorar la demolición del antiguo templo.
Ancianos, mujeres y niños vistiendo alguna prenda del venerado color morado aprovechaban también para adquirir toda suerte de "mercancía" religiosa en esa acostumbrada mezcla de fe y superchería. Estampitas; imágenes de vírgenes y santos; ruda; jengibre; palmas benditas trenzadas con espigas; pencas de sábila con cuerdita roja -para el mal de ojo-; velas moradas de todos los tamaños; incienso; mirra y estoraque. De este último me llamó la atención su aspecto -desconocido por mí- como de piedrita desecha. El grato olor a templo, a recogimiento que despide la mezcla de estas tres sustancias se esparcía por toda la calle y volaba sin obstáculos entre las columnatas de los edificios del Centro Simón Bolívar y los puestos de economía informal.
Hasta la Plaza Bolívar, La Catedral y el Templo de San Francisco llegaron los nazarenos urbanos. Cargaban sus niños, sus coches, alguno mandaba un mensaje de texto desde su celular, creando así una contemporánea fusión de fe y tecnología de punta.
Otros incluso, sumaron a su recorrido el sacrificio de andar descalzos por esas calles y aceras del centro de Caracas que los acogieron bajo un espléndido sol de miércoles de Semana Santa. La fe sigue intacta en el cuerpo y en la mente de muchos pobladores de esta ciudad bendita. Así sea.
Fotografías: Adriana Bracho
Se agradece tener otra visión de determinadas tradiciones en otras culturas. Bien que las nuestras no disten demasiado, por ser nuestra herencia de raíz judeo-cristiana, en cada rincón se manifiestan de un modo particular, con sus propios matices y singularidades.
ResponderEliminarMe ha gustado leerte, Mitchele.
Un beso.
P.S. Lo de "Maggi" una pasada... y una vergüenza. Qué no harán por vender un producto!
.....son increiblemente bellas estas fotografias del centro de la ciudad.... en contraste con nuestra percepcion de los mismos escenarios en dicho centro. Las imagenes son de una gran limpieza y reflejan una belleza que en mi caso particular no percibo cuando voy al centro.... Sera que nuestro mirar esta contaminado por quien sabe cuantas cosas dentro de nuestra mente? o es que nuestros sentidos ven mucho mas detalles que los que ve una camara? .....
ResponderEliminarCuestiones relativas a nuestra experiencia de la ciudad:
1) nuestra experiencia de la ciudad estaria condicionada por los valores de nuestra mente y 2) la ciudad debe saber que una cosa es la percepcion de un ser humano y otra es la percepcion de una camara fotografica (la ciudad real y la ciudad de las postales)......
Ay Josep, eso de que la ciudad debe saber diferenciar entre la ciudad que percibe el ojo humano y la que percibe el lente fotográfico es muy poético, sólo que detrás de cada lente hay un ojo... Pero tienes razón, a veces las cámaras hacen milagros otras, en cambio son más crueles que el espejo.
ResponderEliminardebia haber sensibilidad y no desesperacion detras del hacer ciudad..... la sensibilidad sabe de los multidimensionales mensajes....la sombra, la textura, el espacio y la soledad, la calidad de la forma que remite a la calidad de estar.....
ResponderEliminar