Soc-Urb. Omar Hernández, Arq-Urb Lorenzo González Casas y Arq. Rafael Pereira Fotografía: Arq. Odoardo Rodríguez
Omar Hernández, sociólogo y urbanista de profesión y arquitecto de corazón, comenzó haciendo una breve síntesis de cómo nos convertimos en ciudad moderna imantados por la fuerza del poder central. Fue así como Caracas creció arbitraria, azarosa, seducida por las últimas tendencias de la arquitectura internacional hasta llegar a esta ciudad de nuestros días que clama orden y sosiego.
Lorenzo González Casas, arquitecto-urbanista egresado en 1980 de la Universidad Simón Bolívar nos llevó a través del hilo que enlaza la vida y obra de estos cinco creadores con el especial cuidado de quien se sumerge en la investigación acuciosa antes de aventurar ninguna hipótesis y concluyó: dos generaciones, dos tiempos históricos, económicos y políticos; una misma realidad: crear y enseñar fue la premisa común de los arquitectos que aquí nos trajeron.
Rafael Pereira, arquitecto y profesor de historia y crítica de arquitectura de la Universidad Central de Venezuela fue, como siempre, muy polémico. Su pregunta arrojada sin anestesia ¿A dónde van a ir a parar esos sueños? Muchos de los que se consolidaron como edificios están hoy maltratados –triste ejemplo el de la Torre Polar hoy flagrantemente agredida con una publicidad de dimensiones tan grotescas como irrespetuosas– y los que no se materializaron, proyectos ganadores de concursos, mil ideas volcadas sobre papeles amarillentos que yacen esperando que el tiempo las disuelva sin tomar forma corpórea. No es posible. No debemos permitirlo. En nuestras manos está impedir que ese legado de vida, de pasión por la arquitectura, por la ciudad y la docencia no muera junto a sus autores.
Fotografía: Arq. Odoardo Rodríguez
La oportuna intervención de uno de los asistentes añadió una duda no menos inquietante: ¿Cómo hacemos llegar a aquellos menos favorecidos, menos sensibilizados la certeza de que nuestras ciudades y sus obras son suyas y hacerlos partícipes de estas inquietudes?
Dejo aquí las palabras de cierre de Omar Hernández refiriéndose a una anécdota de los arquitectos de aquella Varsovia ardiendo en tiempos de guerra: ¿Para qué dejar registro de unos edificios que más temprano que tarde van a desaparecer? Muy sencillo: porque la guerra va a terminar.
Las puertas del CAV se abrirán nuevamente el próximo jueves 12 a las 6:30pm para repasar la obra del Arq. Jesús Tenreiro.
Gracias por la reseña Mitchele !
ResponderEliminarEspero poder ir a la proxima, seria buenisimo que crearas el evento en FB para que sirva de recordatorio
Buenisimas (y pateticas) las fotos de los edificios-valla-publicitaria
La publicidad esta desatada en la ciudad, creo que se deberia definir algun sitio que sea como nuestro Times Square y que la publicidad se restrinja a ese espacio, particularmente me atrae el tramo de la Autopista Fco Fajardo a la altura del Rosal, donde la autopista tiene doble piso, yo lo restrigiria a esos 600-800? metros y ya... el resto de la ciudad limpia !
un abrazo !!
Si Raquel, la publicidad desbordada, sin límites, sin respeto alguno por nosotros los que la habitamos, ciega fachadas, trepa postes, obstruye aceras. Ese es OTRO de los muchos problemas que aquejan nuestra ciudad.
ResponderEliminarEn diciembre fui a Miami -más abajo está mi crónica de ese viaje-. Hace años que no iba por ahí y precisamente, una de las cosas que más llamó mi atención fue que en esa ciudad, paradigma del consumismo no hay, ni de lejos, la proliferación indiscriminada de vallas y avisos publicitarios que sufrimos por aquí.
Gracias por tu comentario tan oportuno.