Mitchele Vidal | @imagenesurbanas

sábado, 4 de junio de 2016

A partir de El Paraíso



[“A partir de El Paraíso se abre un pequeño valle en dirección suroeste que se conecta en escorzo al valle principal de Caracas…]

Esta hermosa frase que describe la Zona 3 de la guía, nos inspiró para diseñar el 3er. recorrido, pero tratándose de El Paraíso, todos queremos llegar a él. Fue allí que iniciamos un registro on-line gratuito de los participantes y la sorpresa fue grande: ¡cerramos con 90 personas registradas! ¡Qué compromiso! Aunado al gentío llegó la colaboración. Varios de los asiduos participantes a los dos primeros recorridos se apuntaron para ayudarnos a organizar el grupo, velar porque nos mantuviéramos juntos y dejar registro, no solo del paseo sino de las actividades que allí realizamos.


La luz azulada, del vitral del artista plástico Héctor Poleo, en la estación La Paz del Metro de Caracas, nos acompañó mientras nos organizábamos para abordar dos Metro buses. Otro grupo nos esperaba en la Redoma La India.

¡Cuánta sed de ciudad!

Con la vista puesta en la imponente escultura de Eloy Palacios, que llegó desde Parque Carabobo, comenzamos nuestra larga caminata. Primero encontramos las Quintas Aéreas; interesante edificación de Natalio Yunis, donde los apartamentos alzan vuelo en un edificio de altura considerable sin perder su individualidad.

Casi al frente nos esperaba su vecino, Residencias Junín. Lo de “nos esperaba” es literal; porque la Junta de Condominio nos abrió las puertas de apartamentos, patios e historias. Fue conmovedor asistir a una reunión en el patio de ese edificio diseñado por Eduardo Uristieta y ver cómo sus habitantes están conscientes de su valor patrimonial y lo cuidan en consecuencia. Una de sus copropietarias nos mostró cada rincón de su apartamento e ilustró con fotos –de hace más de 40 años– los tiempos de estreno en el Junín. ¡Qué decir si no gracias ante tal generosidad!











Luego admiramos la policromía del Santuario de Nuestra Señora de Coromoto, cubierto de diminutos mosaicos de vidrio, a full color, para honrar a la Patrona de Venezuela. Recomiendo volver en horario de misa para admirar sus igualmente coloridos vitrales. Un poco más adelante despertó gran interés el edificio Los Morochos, también del arquitecto Pietri, por su desafío estructural y la singularidad de sus fachadas apenas abiertas con micro ventanas insertas en bloque calado. 


Frente a las ruinas de lo que fuera el Hipódromo Nacional de El Paraíso compartimos la crónica de El Cojo Ilustrado y su verbo hípico. A nuestras espaldas estaba el Liceo Caracas. Pero aún faltaba un encuentro que nos robó el corazón: la congregación de las Hermanas del Colegio San José de Tarbes y el arquitecto Eduardo Guinand Baldó. Una reunión que nos enseñó cómo con mística, esmero y sentido de pertenencia, cualquier edificación se mantiene digna ante el paso del tiempo. Además, el arquitecto acudió a esta cita con sus hijos y nietos y compartió con nosotros las anécdotas del proyecto que inició con su padre Carlos Guinand Sandoz.

Cerramos en Villa Julia. La más antigua de las villas de El Paraíso, conocida como “La Casa de hierro”. Fue construida por la empresa Tranvía Caracas entre 1890 y 1892, con el sistema constructivo Danly, que consiste en usar paneles plegados de láminas metálicas. Hoy está llena de objetos de colección de sus propietarios que sirvieron de telón de fondo para despedirnos entre memorabilia y modos constructivos del siglo XIX.

 #CCSen365 gana adeptos de nuestra ciudad y confirma que Caracas no es solo “buen lejos”.


                    Vista de Las Quintas aéreas. Obra de Arq. Natalio Yunis, en El Paraíso.


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