
Bajo la enorme bóveda interna donde juegan el cinético blanco y negro y la externa, donde brillan rutilantes estrellas sobre fondo negro se celebró -por cuarto año consecutivo-
el día del arquitecto en Venezuela. Gracias a la iniciativa llevada a cabo por el equipo de la
Revista entre rayas, más de mil profesionales de la arquitectura coincidieron en esa cita que en tan poco tiempo se ha convertido en emblemática. Un
imperdible para los profesionales del espacio y la imaginación.
No es para menos. El
Hotel Humboldt, magnífica edificación surgida de la mente del arquitecto
Tomás José Sanabria en los modernos años ’50, corona El Ávila, cerro generoso que todo lo tiñe de verde y que siempre acompaña cualquier referencia a nuestra ciudad. Por momentos, dejamos que nuestras vidas pendan de un hilo y vemos como poco a poco Caracas se aleja, titilando. La gran alfombra salpicada de millones de lucecitas que arropa valles y colinas crece cada año. Al paso de los minutos una ecuación inversa empieza a resolverse: mientras más nos alejamos menos se oye el ruido de cornetas; disminuye el humo de miles de carros que se calientan en autopistas saturadas; la brisa pierde varios grados de calor y nuestros pulmones agradecen ese regalo de humedad y frescura que súbitamente les brindamos. No importa cuantas veces subamos a El Ávila, siempre es un deleite para los sentidos.
El conjunto de edificaciones que conforma el Hotel Humboldt es como el buen vino, mejora con los años. Lo comprobamos una vez más después de subir por la caminería de piedra y arribar al hall: sus generosos espacios revestidos de nobles materiales nos reciben con los brazos abiertos. Desde allí, los patrocinantes que han apoyado este evento año tras año empiezan a consentirnos. Arriba nos esperan los amigos que fueron compañeros de trasnocho y que habiendo tomado caminos diferentes reencontramos para compartir anécdotas y proyectos. La convocatoria se va enriqueciendo con caras nuevas y a la oferta de novedosos materiales se suman las últimas tendencias en tecnología al servicio de la arquitectura y el diseño que los diversos patrocinantes ponen a nuestra disposición .
Después de varias horas de intercambio de ideas, música y abrazos empieza el descenso. Los últimos en bajar son los arquitectos Jesús Yépez y Aída Limardo a quienes agradecemos esta oportunidad anual de compartir entre colegas.
Abajo sigue nuestra ciudad a la espera de nosotros, los profesionales que más podemos hacer por ella. ¡Y cuánto nos necesita!