El año 2010 fuimos testigo de otra demolición en Caracas. Corrieron a tumbar la Quinta Marina y dejaron solo el portal... Uno no entiende como el Instituto de Patrimonio Cultural -tan eficiente para evitar la demolición del antiguo mercado de Chacao- se hizo la vista gorda ante la desaparición de la Quinta Marina, fiel representante de nuestra Arquitectura Neovasca, que se encontraba debidamente pre-inventariada por esa institución.
Casi dos años después, el terreno sigue custodiado por el solitario portal ahora embutido en una suerte -desgracia- de mampostería. Aquella prisa demoledora presagiaba una impostergable obra que traería progreso a nuestra dolida ciudad... En cambio, el hermoso portal ha perdido todo sentido al ser despojado del conjunto arquitectónico que antecedía. Está mal acompañado por indignas láminas metálicas.
Quizá los peatones piensen que detrás se esconde algo interesante. Vana ilusión.
Fotografía: Arq. ODOARDO RODRÍGUEZ
Casi dos años después, el terreno sigue custodiado por el solitario portal ahora embutido en una suerte -desgracia- de mampostería. Aquella prisa demoledora presagiaba una impostergable obra que traería progreso a nuestra dolida ciudad... En cambio, el hermoso portal ha perdido todo sentido al ser despojado del conjunto arquitectónico que antecedía. Está mal acompañado por indignas láminas metálicas.
Quizá los peatones piensen que detrás se esconde algo interesante. Vana ilusión.
Fotografía: Arq. ODOARDO RODRÍGUEZ
Es increíble como en Venezuela nunca se ha tenido amor por las joyas arquitectónicas, y eso que nuestro país tiene (o tuvo) una amplia gama de estilos arquitectónicos de las distintas épocas en las que el progreso parecía imponerse. Quizás es algo que arraigamos en nuestro ser, cultura, desde hace años y es difícil cambiarlo. Esperemos el edificio Toki Eder no sufra las mismas consecuencias pero, si es inevitable, esperemos entonces que su grandioso portal pose justo al lado del de la Quinta Marina.
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