No fui para allá por ella. Creo que fui muy sincera -al mismo tiempo que imprudente- diciéndoselo; ella y yo nos conocíamos poco aún para semejante confesión.
Me recibió con tanto movimiento que parecía burlarse de que llevara cerca de una hora esperando parada que llegaran por mí. ¡¡Taxi a Caracas!! ¡¡Taxi a Caracas señorita!! Si quiere, sin compromiso alguno, llama desde mi celular a quién tenga que buscarla, señorita.
Me dio la bienvenida con la rara, pero irrechazable oferta de un taxista de aeropuerto de pagarme los dólares con el doble de bolívares que oficialmente daban por ellos.
Me hablaba en un acentico y en venezolano muchas, muchas palabras que no entendí. Presumió de sus 6 millones de habitantes que es la cantidad de gente que hay en todo el Paraguay.
¿De Paraguay? ¿En serio? ¿Y qué dicen de Chávez por allá?
¿De Paraguay? Aahh, José Luís Chilavert!!!
Me dio buenísima comida, variada además. Pero me dio días de lluvia y frio cuando me prometió sol. Tal vez se sintió ofendida cuando pregunté cual era el nombre de un arroyo que no era arroyo sino río, El Guaire. Tal vez se sintió ofendida de que no me esforzara por aprendérmela. ¿Por aquí se llega para allá, entiendes? Nunca lo recordaba. Era un hormiguero para mí.
Si me lee señora, le juro la fotografías de los por “por ahora…”, de su barrio 23 de enero, de su basura, de sus edificios, de sus pordioseros, de su trafico infernal, de su gente, de su guardián El Ávila, de sus parques, de sus niños disfrazados en carnaval, de su cielo gris y de su cielo azul, indistintamente, todas ellas eran para mí, para que sirvieran de soporte a mi memoria de usted. Soy periodista, pero estaba de vacaciones, le aseguro que no iba a publicarlas.
Tal vez, ella no lo entendió así, pues dos días antes de dejarla, a las 9 y media de la mañana caminando por la avenida Bolívar un jovencito me arrebató la evidencia, digo la cámara fotográfica. Tuve la fortuna de que pasara por allí en motocicleta un funcionario de
¡¿Cómo se te ocurre asaltar a una extranjera?!
Me siento profundamente avergonzado señorita
Tenía la cámara de vuelta conmigo, pero cometí el error de ser responsable y realizar la denuncia: la cámara quedó retenida en la policía como prueba del delito. Tal vez ella temió perder cuando al volver y compararla con Asunción (la capital de mi país) concluyera quién de las dos era más burocrática, quien castigaba mejor la responsabilidad ciudadana.
Hoy a casi tres meses de ella ya en Asunción, otra vez con mi vida real, viendo a Caracas por las noticias que hablan de la violencia, la inseguridad, el apagón y Chávez, puedo decir que estuve allí y que a pesar de todo tuve ganas de quedarme porque vi algo más que lo que las noticias pueden decir.
No fui para allá por ella, pero creo que tanto ella como yo nos debemos una segunda oportunidad.
Texto y fotografías: SONIA DELGADO
Seguro que te mereces una segunda oportunidad, Caracas es más que noticias negras o rojas.
ResponderEliminarTe esperamos Sonia!
Cuanto lamento, este desafortunado encuentro, tengo tan gratos y hermosas imagenes de mis visitas a mi querida Caracas.
ResponderEliminarEaperamos vuelvas y la ciudad te muestre su lado amable y hermoso
No conozco Caracas, pero esta chica debe darle una segunda, tercera, cuarta... oportunidad. Claro que sí!
ResponderEliminarSaludos, Mitchelle.
Toda ciudad es multiforme, poliédrica, engañosa y real, expléndida y gris, añeja y cosmoppolita. Acogedora y ruín. Toda ciudad esconde tantas caras que quizá se llegue a conocer casi entera cuando se vive una vida entera con ella. Pongamos que hablo de Madrid, de Barcelona, de Mexico DF, de Buenos Aires , de Caracas , Da Calcuta o de New York.
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