Hubo una época en la que me dio por fotografiar ventanas. Aunque estas no son mías -las congeló Odoardo Rodríguez con su cámara certera- me hicieron recordar aquellas. Las ventanas son los ojos de un edificio. Dicen tanto, ocultan tan poco. Éstas que aquí se asoman nos hablan el lenguaje de los inmigrantes italianos de la post guerra que llegaron de un viaje sin retorno. El tiempo y la falta de mantenimiento han hecho estragos en frisos y cornisas pero no en su esencia. Sus hojas fragmentadas por la herrumbre enmarcan la ciudad, conservan cierta poesía y un total y justificado desprecio por anónimos cristales panorámicos. No se dan por enteradas -siquiera- de aquella ordenanza que prohibió tender la ropa en las fachadas. Son escasas pero salpican de sabor mediterraneo muchos edificios de Chacao y Bello Monte. Tan sólo verlas abiertas de par en par evoca una imagen reveladora: que entren el sol y el viento en un abrir de brazos.
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ResponderEliminarBellisimamente nostálgica la Nota de las Ventanas, pasé esta mañana y le tomé unas fotos al edificio,
se llama ROMANO en clara alusión a quienes lo edificaron, pero como verás está condenado a
MUERTE y DESFIGURADO por las malhadadas rejas "PECHO DE PALOMA".
Lástima que la hermosa frase en tu reseña:
"... los inmigrantes italianos de la post guerra que llegaron de un viaje sin retorno."
Ya no sea una feliz afirmación.
CON UN BACCINOdo